miércoles, 20 de junio de 2012

CEDER NO ES ACEPTAR

CEDER NO SIGNIFICA ACEPTAR
Lidia vino a la consulta porque leyendo un artículo sobre dependencia emocional, se sintió absolutamente identificada con lo que le pasó con su anterior relación de pareja. Sufrió también maltrato psicológico hasta que logró salir de allí. Su marido la trataba mal, la humillaba, le hacia sentir que no valía para nada y logró que se creyera incapaz de conseguir nada por si misma.

Ahora Lídia estaba en una nueva relación en la que explicaba que estaba de maravilla. Era un hombre cariñoso, sensible, que la amaba y la hacia sentir muy bien, aunque a veces le generaba celos y cierta ansiedad.
Su pareja, Alfredo, era un hombre muy sociable y extrovertido, que tenía una relación especial con sus amigas y ex parejas. Periódicamente, le gustaba ir a cenar y al cine con alguna amiga suya o con alguna antigua novia con quien mantenía una buena relación. Y ésto, Lidia no lo llevaba nada bien.


Ella se ponía terriblemente ansiosa cada vez que ésto sucedía. No podía evitar sentir una mezcla de rabia, ira y celos, aunque en verdad lo que le pasaba era tan simple como que eso que él hacía, no le parecía bien.
Él pasaba largos ratos intentando explicarle las mil y una razones por las que ella debía comprender que no hacía nada malo, que era algo normal, que solo hablaban y se reían un rato con sus cosas...y lo cierto es que cuando él le explicaba, ella lo comprendía, le parecía que incluso tenía sentido y que debía hacer un trabajo personal para que eso no le afectara de aquella manera.


Y es justamente en éste punto, donde empiezan muchos problemas en las relaciones de pareja. A Lídia no le parecía bien lo que Alfredo hacía. No le gustaba que su pareja hiciera eso, que se comportara de aquel modo. Y por muchas veces que se repitiera a si misma que lo comprendía, no lo aceptaba. Y por muchas veces que se repitiera que conseguiria aceptarlo, que tenía que aceptarlo, eso no iba a pasar. Y no iba a pasar porque eso no encajaba con su manera de concebir la relación, no encajaba con sus valores.
Cuando la manera de actuar de nuestra pareja no encaja con nuestros valores más importantes, es absurdo que nos convenzamos y nos obliguemos a aceptarlo, a que nos parezca bien su proceder porque no lo vamos a conseguir.


-Si nos decimos a nosotros mismos que ya lo aceptamos, estaremos renunciando a quienes somos, a lo que somos, a aquello con lo que nos identificamos.
-Si entramos en una lucha despiadada por conseguir aceptarlo, nos vamos a desgastar hasta tal punto que perderemos toda la energía en el intento y lo más probable es que acabemos con algun síntoma físico producto de la ansiedad que estaremos obligándonos a soportar.

-Si vivimos con la esperanza de que él se de cuenta de que eso no está bien (eso creemos nosotros), y ya llevamos años de relación, es absurdo seguir creyendo en imposibles. Si eso fuera posible ya habría pasado, dadas las reiteradas discusiones por el mismo tema. Si no ha hecho nada al respecto hasta el momento, es porque no ve por qué. Es porque no entiende lo que sus actos generan en nosotros, y al no ser capaz de ponerse en nuestra piel, no puede proponerse modificarlos ni un poquito. O no quiere, lo cual me parecería perfecto, ya que él es como es y tiene que encontrar una persona que lo acepte y esté cómoda con su forma de ser.


Me gustaría sobretodo remarcar ésta última idea. No se trata de juzgar u opinar sobre si está bien o mal la manera de proceder de Alfredo, sino de ver si Lidia acepta que su pareja actúe así, si le gusta tener una pareja que actúe de esa manera. Probablemente sienta incluso odio cuando eso pasa. Y en éste caso, la relación no tiene muy buen pronóstico.
Como siempre digo, estoy totalmente en contra de los que opinan que una relación de pareja es una lucha, de que quien te quiere te hará sufrir, etc. Una relación debe ser fácil, llevadera, hay que fluir. Si no fluyes en ella, ¿qué sentido tiene seguir allí?

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